Por Micayla Mace
La Estrella de °Õ³Ü³¦²õó²Ô
Mónica RamÃrez-Andreotta, profesora asistente de la UA, lleva años al frente de programas de ciencias ciudadanas en un esfuerzo por auxiliar al medio ambiente y ayudar a comunidades desatendidas.
Con un subsidio de 2.3 millones de dólares de la Fundación de Ciencias Nacionales, RamÃrez creó el Proyecto Harvest, un programa de ciencias ciudadanas de 5 años en sociedad con la organización no lucrativa Instituto Sonora de Investigación Ambiental. Ella y su equipo de la Universidad de ÃÛèÖÖ±²¥ capacitan a lÃderes comunitarias, llamadas promotoras, para guiar a cientÃficos ciudadanos en ciudades y comunidades rurales en las pruebas de fuentes de contaminación de deshechos industriales en agua de lluvia que escurre de techos, suelo y plantas en los vecindarios.
Aunque las familias en comunidades mineras no necesariamente se opongan a las minas y mucha gente trabaje en ellas, dijo RamÃrez, pueden tener preocupaciones sobre qué tipo de contaminantes podrÃan estar en su ambiente inmediato e interés en reutilizar el agua de lluvia para sus jardines.
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El programa está en marcha en comunidades como las ciudades mineras e industriales de Hayden-Winkelman, Globe-Miami y Dewey-Humboldt, y también en el sur de °Õ³Ü³¦²õó²Ô, llegando a unas 160 casas.
“¿Por qué las minorÃas y la gente de bajos ingresos vive más cerca de los desperdicios que otros?â€, cuestionó RamÃrez. “Cuando ves injusticias ambientales, te acuerdas de la principal razón por la que fuiste a la escuela: para generar el cambioâ€.
UNA PASIÓN EN CIERNES
RamÃrez egresó de ÃÛèÖÖ±²¥ High School en 1997, y después fue a la Universidad de ÃÛèÖÖ±²¥, donde estudió dos carreras: FotografÃa y EcologÃa y BiologÃa Evolutiva.
Comprendió que su pasión por el medio ambiente surgió de experiencias que la formaron.
Vio el impacto que los cambios en las fuentes del ecosistema tuvieron en familiares suyos en México. DependÃan de un rÃo cercano para tener agua corriente y para pescar, y cuando el nivel del agua cayó, ella vió cómo tuvieron que adaptarse a nuevas fuentes de alimentación e ingreso.
De ascendencia mexicana, RamÃrez es tucsonense de segunda generación.
RamÃrez recuerda también su frustración cuando en el 2001 el ex presidente George W. Bush retiró el apoyo al Protocolo de Kioto, un tratado internacional que establece objetivos de reducción de emisiones. Entonces se sintió obligada a actuar.
“Yo pensaba, ¿qué necesito? Tengo un tÃtulo en arte, asà es que sé cómo comunicarme, tengo un tÃtulo en ciencias, ahora necesito las polÃticas para poder meterme a cambiar las cosasâ€, dijo RamÃrez.
Hizo una maestrÃa en Administración Pública con énfasis en Ciencias Ambientales y PolÃticas en la Universidad de Columbia.
Su primer empleo cuando salió de la escuela fue como especialista de instrucción avanzada y coordinadora de enlace con la comunidad del Centro de Ciencias y Planetario Flandrau de la UA. Y ahà se dio cuenta de que no podrÃa ser lÃder de su propia investigación sin un doctorado.
En el 2012 se ganó el tÃtulo de Doctora RamÃrez por la Universidad de ÃÛèÖÖ±²¥.
Como parte de su disertación, RamÃrez creó Gardenroots, donde capacitaba a miembros de comunidades cercanas a minas para hacer pruebas de contaminación ambiental y compartir la información con las comunidades y autoridades estatales.
Incluso condujo una versión urbana de Gardenroots en Boston mientras trabajaba como profesora asistente en la Universidad del Noreste.
RamÃrez regresó a la UA en 2015, comprendiendo que mucha gente está preocupada por la calidad ambiental en sus comunidades.
Los participantes de Gardenroots, asà como otros jardineros a lo largo del estado, tenÃan dudas sobre la calidad del agua de lluvia recolectada. Después de hacer equipo con otros investigadores de su departamento nació el Proyecto Harvest.
PROYECTO HARVEST
Cuando era niña, Lisa Ochoa jugaba en los desechos de la fundidora Asarco Hyden en los pequeños pueblos de Hayden y Winkelman, unas 70 millas al norte de °Õ³Ü³¦²õó²Ô. Recuerda que una amiga suya usaba la escorrentilla de residuos de color para jugar a maquillarse.
“Ni lo pensábamosâ€, dijo.
Los vientos fuertes levantaban nubes de fina arena blanca de los relaves de la mina. La mina ha mantenido dichos relaves diluidos.
Cuando RamÃrez bajó a Hayden-Winkelman para ser anfitriona de una noche familiar de ciencias en la escuela y lanzó el Proyecto Harvest en 2017, Ochoa se ofreció a ser promotora para canalizar su curiosidad sobre las consecuencias a la salud y al medio ambiente de los desechos de la mina.
Ochoa cree que ella no tiene problemas de salud atribuibles a la contaminación de la mina, pero se pregunta si algunos de los cánceres y otras enfermedades en su pueblo podrÃan estar relacionadas.
“En Hayden y Winkelman, ÃÛèÖÖ±²¥, hay altos niveles de plomo y arsénico en el aire, y pilas de desechos de la mina en algunas partes no residencialesâ€, según la Agencia para el Registro de Sustancias Tóxicas y Enfermedades.
La exposición al plomo puede causar problemas de aprendizaje y conducta en los niños, de acuerdo con información de la agencia. La exposición al arsénico puede ocasionar problemas en la piel, dolores de estómago y náuseas. Las exposiciones a largo plazo incrementan el riesgo de cáncer de piel, vejiga, pulmones e hÃgado.
Una investigación realizada por la agencia en 2015 encontró que los niños en Hayden y Winkelman tienen cantidades mayores de plomo en su sistema que el promedio nacional. El estudio fue conducido en un periodo en que la mina estaba cerrada por mantenimiento. Hay una investigación en curso para realizar nuevas pruebas de arsénico con el fin de obtener resultados más realistas.
Adicionalmente, la investigación no pudo determinar si los elevados niveles de plomo se originaron por la mina o por tuberÃas obsoletas, pintura y otros factores ambientales.
No fue posible contactar a funcionarios de Asarco para comentar al respecto.
Ochoa ha trabajado durante 25 años como maestra de matemáticas y ciencias en el Distrito Escolar Hayden-Winkelman.
Como Promotora, Ochoa asesora a las personas de su comunidad sobre los procedimientos que deben seguir los cientÃficos ciudadanos para el Proyecto Harvest.
Con folletos y videos en inglés y español, RamÃrez y su equipo subrayan el proceso de recolección de muestras de agua, plantas y tierra alrededor de las casas de los participantes. La mitad de los participantes envÃan las muestras a un laboratorio de la UA en °Õ³Ü³¦²õó²Ô, mientras que la otra mitad los analiza de forma independiente y después envÃa su información. Ochoa actúa como enlace entre su comunidad y los investigadores de la UA.
Los cientÃficos ciudadanos están revisando un grupo de posibles contaminantes, incluyendo microorganismos y componentes orgánicos, además de arsénico y metales pesados.
“Como cientÃfica, mi trabajo es producir información basada en la evidenciaâ€, dijo RamÃrez.
Además de cuantificar los niveles de esos posibles contaminantes, ella quiere saber qué es lo que ganan de la experiencia del proceso cientÃfico los participantes. También, RamÃrez combinará sus habilidades artÃsticas con las Promotoras e investigadores y equipo de diseño de la UA para producir tanto información tradicional como exhibiciones de arte no tradicionales. El objetivo final es compartir los resultados para informar a quienes toman decisiones relacionadas con el medio ambiente.
MÃS QUE UNA “YOLAâ€
RamÃrez comprende que tiene el deber de realizar este trabajo por su posición como profesora en una universidad de investigación a la que se le ha cedido terreno.
Mientras trabajaba en su doctorado, uno de sus principales asesores, el profesor Mark Brusseau, llamó a RamÃrez a su oficina. Reconoció su pasión y la animó a convertirse en profesora.
Ella estaba escéptica. No era asà como se veÃa a sà misma.
“Uno necesigta mentores y gente que crea en ti y que te diga que puedes hacerloâ€, dijo. “Creo que creer en los demás es una de las cosas más importantes para retribuirâ€.
Pero no todos veÃan en ella lo que vio Brusseau, profesor de ciencias de la tierra, el agua y el medio ambiente.
En conferencias y reuniones comunitarias como estudiante de doctorado, “la gente se comportaba como diciendo, gracias, jovencita (young lady), ya te puedes ir a sentar, pero nunca decÃan Sra. RamÃrez o Dra. RamÃrez, Mónica, ni nada asÃâ€, dijo.
Su mentor rechazaba ese trato que él mismo atestiguó y en broma la empezó a llamar “Yolaâ€, por young lady.
Pero a pesar de haber sido tratada de forma diferente que sus colegas, ella persistió. “El trabajo de los profesores en enseñar a la siguiente generación y dar un servicio a la comunidad, y esa es una gran responsabilidad que yo tomo muy en serioâ€, dijo.
“Es una buena maestraâ€, dijo Ochoa. “Es su pasión. Lo puedes ver … hace que te den ganas de involucrarteâ€.