El 4 de agosto de 2020, después de más de 14 años de lucha con sus adicciones, el hijo mayor de Naomi Vega falleció a causa de una sobredosis.
El caso de su hijo Jesús ocurrió dentro de una pandemia paralela a la del COVID-19: aquella que durante los últimos 10 años, según cifras de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), ha cobrado la vida de más de 500 mil personas en el país.
El detonante de esta pandemia, por supuesto, no es un virus; es el consumo sostenido de diversos tipos de opioides y sustancias tanto legales como ilegales. Solo en el , entre enero y junio de 2021, 245 personas han muerto por esta causa.
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“La gente piensa que cuando hablamos de sobredosis nos referimos solo a drogas como las anfetaminas, el opio, la heroína o la cocaína”, afirma Naomi, “pero en realidad mucha gente pierde su vida por el alcohol y muchas otras drogas incluso lícitas. Es un asunto más complejo de lo que uno se imagina”.

Jesús Gilberto Gutiérrez
Después de tantos años observando y acompañando la historia de adicción y autodestrucción de Jesús, posterior a su pérdida, Naomi, sus familiares y amigos cercanos crearon el , una organización sin ánimo de lucro dedicada a apoyar a personas con adicciones y a sus familiares. La fundación también busca elevar la conciencia sobre los efectos de las adicciones en la vida personal, familiar y comunitaria, y educar sobre este problema de salud mental y pública. Sobre todo, dice Naomi, “queremos hacer memoria de todas las personas que hemos perdido por adicciones al alcohol o por alguna sustancia ilícita o prescrita”.
El próximo martes 31 de agosto, entre las 5:00 y las 9:00 p.m en el Gene C. Reid Park de ճܳó, la fundación está convocando a una jornada especial de encuentro, memoria y educación sobre el tema en el marco del Día Internacional de la Concientización sobre la Sobredosis.
El difícil camino de buscar ayuda
Por su propia experiencia, Naomi Vega sabe lo complejo que resulta dar un paso adelante en la búsqueda de soluciones a los problemas de adicciones, tanto en ֱ como en Estados Unidos. Aunque el Departamento de Policía de ճܳó tiene un programa mediante el cual ofrece ayuda en vez de cárcel a los consumidores de droga, es común el desconocimiento frente a los pasos a dar cuando una persona o sus familiares buscan servicios de limpieza o rehabilitación.
Al comenzar a enfrentar este desafío, dice Naomi, “muchas de las familias no saben qué palabras utilizar para solicitar estos servicios, a dónde ir o cómo manejar esto con sus aseguranzas”. Ella, que ha trabajado en organizaciones de salud mental y que conoce el universo de los seguros médicos en el estado, dice que el primer paso se da una vez que la persona que sobrelleva la adicción se siente lista para emprender el camino de la rehabilitación. Aunque los casos varían de persona a persona, sobre todo si se trata de menores de edad, es claro que los familiares no pueden ayudar a aquel que no está decidido a salir de la adicción.
Cuando ya han dado ese paso, explica Naomi, al buscar su apoyo en la fundación, “las madres, los padres, los hijos o los hermanos me llaman y me dicen: ‘Está listo’ o ‘Está lista’, ‘¿adónde podemos llevarlo?’. Entonces yo pregunto por el seguro que esta persona tiene y les hago una lista de todos los lugares aquí en ճܳó, o en el Condado Maricopa o en el Condado ֱ, o si están en otro estado, yo lo busco”.
Además de su dedicación a la fundación, desde hace más de 15 años Naomi trabaja como consultora de servicios de salud y conoce en profundidad el universo de las aseguranzas.
Sin embargo, el trabajo emprendido por la fundación se hace de manera voluntaria y persiste gracias al apoyo de personas y organizaciones generosas que brindan donaciones para sostener la misión. La fundación está registrada legalmente en ֱ y en Estados Unidos, tiene una junta directiva compuesta por familiares y amigos del hijo fallecido de Naomi Vega y cuenta con el apoyo de personas que se han recuperado de sus adicciones o están en procesos de rehabilitación.
El 7 de febrero de este año se organizó un primer encuentro para encender velas en memoria de las personas que han perdido la vida, pero dadas las restricciones del COVID-19, tuvo que hacerse de manera virtual.
“Tenemos que dejar la vergüenza”
De acuerdo con cifras del Departamento de Servicios de Salud de ֱ, más de dos personas mueren cada día en el estado por sobredosis de opioides. En los últimos cuatro años se estima que 10,200 personas murieron por esta causa en el estado. Sin embargo, aunque las cifras son evidentemente alarmantes, no incluyen la totalidad de la población, pues quedan por fuera casos no investigados.
Más allá de los números, este tema, como expresa Naomi, sigue siendo un tabú para las familias y para la sociedad en general.
“Mi hijo, desafortunadamente, murió en las noticias, todos lo vieron. Y hubo muchos comentarios: que él fue un ‘desperdicio’ social, que como madre no debí llorar o estar triste", comenta Naomi. "Eso me dolió mucho, porque mi hijo era un buen hombre, un buen hijo. Sí, era adicto, vivía en los arroyos o pedía limosna, pero era mi hijo, siempre lo veía como hijo chiquito, mi primer hijo”.
La muerte de Jesús se hizo pública debido a que sucedió mientras estaba bajo custodia policial y el Departamento de Policía de ճܳó está en la obligación de difundir la información cuando alguien muere en una escena donde ellos están presentes.
Como parte del componente pedagógico de su proyecto, Naomi se propone enseñar a la comunidad sobre la importancia de hablar de lo que significa una adicción y de las complejidades de enfrentarla. El hecho de que con frecuencia los medios difundan información sobre personas famosas y adineradas que mueren a causa de adicciones, no significa que esta enfermedad no ataque a familias del común.
Dice Naomi: “Puedes ser la mejor madre del mundo, tener la casa en un castillo arriba de una montaña, pero si la adicción entra en alguien a quien tú quieres, eso va afectar a toda la familia”.
El nombre de su fundación, Enlightening Hope Project, tiene que ver directamente con la necesidad de abordar este tabú desde la educación, desde el cambio de percepción, el paso de la oscuridad a la luz.
La mirada compasiva que propone Naomi implica pensar más allá de la persona sucia que está en las calles en su propia lucha con las drogas, y verle como hijo de alguien, sobrino, nieto, hermano. “Allí donde está esa persona, puedo jurar que su madre, su tía, su abuela, sus hermanos, están llorando por ellos, y orando”.
¿ϳé hacer para salir del túnel?
Mientras esta madre elabora su propio duelo y sobrelleva la pérdida de su hijo de 29 años, ha decidido, por ella misma y en la memoria de Jesús, convertir la luz interior en impulso para ayudar a otras personas. Ella considera que “recuperarse de una adicción no es imposible, y no todos los casos terminan fatal. Por eso existe nuestro proyecto, para decir: hay fe”.
Naomi se fortalece con las palabras de su hijo, quien en medio de sus propias dificultades le decía: “Tú siempre tienes que animar a la gente a sentirse mejor, así tú te sientas mal”. Lo que ella lamenta es que él no haya tenido la voluntad o la capacidad de ver lo bueno que tenía él mismo.
Ahora, cuando Naomi recibe llamadas de personas o familiares buscando apoyo, ella les brinda un espacio sin prejuicio ni vergüenza, para desahogar sus sentimientos, pensamientos y frustraciones. Y lo más importante: les brinda un espacio para hablar de sus seres queridos.
Su primer consejo para los familiares de la persona con la adicción es: “platica, pregunta qué es lo que le pasa. Dile: 'mira: yo te quiero mucho, estoy aquí para ti cuando estés listo'”.
Naomi sugiere a los familiares que busquen ayuda para ellos mismos, pues “a la única persona que tú puedes realmente ayudar es a tí mismo”, dice. Se refiere sobre todo a buscar apoyo psicológico y también a prepararse para saber qué hacer en el momento en que su familiar manifieste la disposición de buscar una salida.
En cuanto a los sentimientos de culpa que con frecuencia afectan a los familiares, ella levanta una bandera de compasión. Su consejo a quienes la contactan es: “No podemos culparnos por algo que no podemos controlar. Solo podemos estar allí en el momento en el que ellos estén listos, y acompañarlos. Y les digo: si te equivocaste, ánimo, sigue adelante. El mismo consejo que le diste a tu hijo o a tu familiar, dátelo a ti mismo”.
Junto con el enorme esfuerzo que hace cada día Naomi para continuar con su trabajo en la fundación, ella sueña con la posibilidad de que se cree un curso de prevención del consumo de drogas y de conocimiento del escenario de servicios de salud en este tema en los colegios comunitarios.
“La sociedad no puede funcionar si no ayudas a los demás. Si quiero educarme en la comunidad, también debo proponerme educar a otros. Si necesito ayuda de mi comunidad, también debo ayudar a los demás”, concluye.
Koleia Bungard, periodista y escritora colombiana, es productora de contenido y reportera de La Estrella de Tucsón. Contáctala en cbungard@tucson.com.